Molibdeno
El molibdeno (Mo) está considerado un mineral esencial para la mayoría de los mamíferos y plantas y se encuentra en la naturaleza principalmente en forma de molibdato. El cuerpo humano contiene aproximadamente unos 9 mg de molibdeno. Su concentración en los tejidos y líquidos corporales es baja aunque las mayores cantidades se encuentran en los riñones, el hígado, el intestino delgado y las glándulas suprarrenales, formando parte en su mayoría de enzimas. El molibdeno de la dieta se absorbe bastante bien (entorno al 70%). Una vez absorbido genera un pico de concentración en plasma a los 40-60 minutos y permanece unas 8 horas. El molibdeno en el plasma se une en forma de molibdato a determinadas proteínas de transporte y aunque su concentración varía con la ingesta, la concentración media de molibdeno en la sangre es de 5 ng/ml. Transcurridas unas 3 horas, el molibdeno que no haya sido incorporado a las estructuras celulares comienza a ser eliminado en la orina en forma de molibdato.
La forma biológicamente activa del molibdeno se conoce como cofactor de molibdeno (CoMo). El CoMo es un cofactor de importantes enzimas como: xantina oxidasa y xantina deshidrogenasa (oxidan la xantina a ácido úrico).
- Sulfito oxidasa: oxida sulfitos en el hígado.
- Aldehído oxidasa: oxida los aldehídos, las aminas y los sulfuros en el hígado.
- Nitrato reductasa: enzima importante en el ciclo del nitrógeno en las plantas.
Se estima que la actividad de la xantina oxidasa es directamente proporcional a la cantidad de molibdeno en el cuerpo. Las concentraciones de molibdeno también afectan a la síntesis de proteínas, el metabolismo y el crecimiento. El molibdeno tiene también un papel muy importante en el metabolismo de los aminoácidos azufrados.
Los porcentajes de molibdeno en la dieta pueden variar en función del contenido de este mineral en el terreno del que provienen los alimentos y el grado de acidez del terreno, aunque el aporte diario de molibdeno a través de la dieta se encuentra entorno a los 100-500 mcg al día.
Se han observado mayores concentraciones en cereales integrales, frutos secos y moluscos. Otras fuentes de este mineral son las legumbres, las verduras color verde oscuro, productos de casquería como el hígado y el riñón, las pipas de girasol y la leche.
La suplementación de molibdeno puede ser beneficiosa en diferentes situaciones, como cuando existen deficiencias de enzimas que utilizan molibdeno como cofactor, en casos de sensibilidad a los sulfitos, en la enfermedad de Wilson, en la nutrición parenteral total e incluso en ciertos tipos de cáncer.
Actividad enzimática.
La función más importante del molibdeno es actuar como cofactor de enzimas. El molibdeno participa en sistemas enzimáticos relacionados con el metabolismo del ácido úrico, del alcohol, drogas, sulfitos y toxinas entre otros.
Como hemos comentado anteriormente, el molibdeno es un componente esencial de las enzimas implicadas en el metabolismo de las purinas (xantina oxidasa y xantina deshidrogenasa). El exceso de purinas desencadena la enfermedad de “la gota”. Estas 2 enzimas contribuyen a la descomposición de ácidos nucleicos/purinas para formar ácido úrico. El ácido úrico en cantidades normales presenta propiedades antioxidantes y ayuda a proteger las células y los tejidos contra la oxidación.
El molibdeno es cofactor de la enzima sulfito oxidasa encargada de oxidar los sulfitos que se generan en el organismo y los sulfatos ya oxidados se excretan a través de la orina. Los sulfitos se generan a partir de descomposición de compuestos orgánicos de azufre como los aminoácidos taurina, cisteína y metionina. También se une a los sulfitos que ingerimos con los alimentos, ya que son comunes en los alimentos, debido a que se emplea como conservante, especialmente en productos cárnicos y en el vino.
La sensibilidad a los sulfitos puede ocasionar síntomas similares al asma, tos, dificultad para respirar e incluso la pérdida de la conciencia. Estudios preliminares indican que muchos pacientes que presentan estos síntomas prácticamente no presentan molibdeno en sangre. Evitar la exposición a los sulfitos es muy difícil, debido a su amplio uso en la industria alimentaria y garantizar un consumo adecuado de molibdeno puede ayudar a aliviar estos síntomas.
El molibdeno también es cofactor de las enzimas aldehído oxidasas, enzimas implicadas en la descomposición u oxidación de purinas y pirimidinas, de hidratos de carbono y otros aldehídos como el acetaldehído. El acetaldehído es el producto de la degradación del alcohol, concretamente el producto al que se le atribuyen la mayor parte de las consecuencias negativas del alcohol. También se forman aldehídos a partir de la fermentación de levaduras como la Candida.
Otras aplicaciones.
El consumo de molibdeno es habitual en terapias que buscan reducir el nivel de cobre, se recomienda suplementar con molibdeno, debido a que ambos minerales son antagonistas. El caso más típico es la enfermedad de Wilson.
Por otra parte, el molibdeno y el hierro actúan como sinergistas y están relacionados el uno con el otro de diversas maneras. Así por ejemplo, el molibdeno es un cofactor de determinadas enzimas transferasas que se unen al hierro y ayuda a mantener un buen nivel de hierro en la sangre (hemoglobina) y los músculos (mioglobina).
El molibdeno también es importante para los huesos y dientes, especialmente para el esmalte dental.
Las necesidades mínimas diarias de molibdeno estimadas por la OMS son 25 mcg (0,4 mcg/kg). La RDA para el molibdeno se sitúan en 45 μg/día. La ingesta diaria adecuada se estima en 109 μg/día para los hombres y 76 μg/día para las mujeres.
En adultos, la UE considera seguras dosis de hasta 600 mcg de molibdeno al día. En niños la cantidad es inferior y se corresponde a 10 mcg de molibdeno por kilo de peso corporal al día. La dosis máxima hasta la que el consumo de molibdeno se considera seguro es 2 mg/día y está basado en modelos animales.
Las personas con tendencia a presentar altas concentraciones de ácido úrico en sangre deben tener cautela a la hora de consumir dosis altas de molibdeno.
Asimismo, como el molibdeno y el cobre actúan como antagonistas, se recomienda cautela al suplementar con molibdeno en casos de deficiencia de cobre ya que dosis elevadas de molibdeno pueden potenciar las deficiencias de cobre.
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